Un ingeniero llamado Jimmy García, es el creador de la Escuela de Robótica del Chocó, un laboratorio que ha cambiado miles de vidas al desarrollar habilidades de ciencia y tecnología en niños y jóvenes de zonas vulnerables del pacífico.
En los años de adolescencia de Jimmy García, cuando finalizó el bachillerato, pensaba estudiar arquitectura, pero estudió Ingeniería de Sistemas, cuando este se graduó, se desempeñó como profesor de tecnología e informática en una escuela de la Comuna 2.
Recibió un kit de robótica para potenciar las habilidades tecnológicas entre los alumnos, este contenía piezas de metal, llantas, motores, tornillos y una especie de cerebro que se podía programar.
García se lo llevó a su casa y construyó un vehículo que podía evitar obstáculos, el laboratorio de la Escuela de Robótica del Chocó, desarrolla habilidades STEM (Ciencia, Matemática, Tecnología e Ingeniería), dota de herramientas a niñas y niños para que se conviertan en agentes que solucionen el entorno.
Inicios de la Escuela Robótica del Chocó
Desde 2016, comenzó la escuela en un local de un café internet que tenía la mamá de Jimmy García, por donde han pasado alrededor de 3.300 estudiantes en programas gratuitos en Quibdó y otras ciudades.
Dos alumnas visitaron la NASA y conversaron con mujeres astronautas que han roto todas las barreras y estereotipos posibles, la escuela ha tenido programas de formación en: Guapi, Buenaventura, Timbiquí y Tumaco.
En el 2019 representó a Colombia con 15 jóvenes de Quibdó, en el mundial de robótica de China, en la zona de Imbili, a pocos minutos de Tumaco, invitaron a García a replicar su modelo, así nació la Escuela de Robótica Innovación Space Imbili, que su equipo asesoro y formó.
Desde enero del 2022, se convirtió en un centro de servicios tecnológicos para la comunidad patrocinado por la empresa HP. Allí acuden anualmente unos 100 menores y adultos que reciben formación en tecnología.
En Medellín, en la Escuela de Quibdó, se creó una estrategia en formación de videojuegos, páginas web y robótica a un grupo de 100 niñas indígenas y afro, antes de entrar a la universidad García no había tenido ningún acercamiento con la tecnología.
Pocas veces lo hacía en un computador, porque en el colegio de Quibdó la sala de informática siempre estaba estropeada o sin luz eléctrica.
Aquella revelación del kit de robótica le dio un giro a su ejercicio de profesor, en el 2011, creó un club de robótica que arrancó con 10 alumnos y terminó en 5, los muchachos participaron en eventos nacionales e internacionales y lograron varios premios.
Se regresó a España, busco apoyo institucional, que no llegó, montó su propia Escuela de Robótica con recursos propios, los niños fueron llegando, algunas organizaciones nacionales e internacionales se interesaron en su propuesta, se consolidaron hasta convertirse en un referente.
La escuela actualmente tiene un 75% de alumnas, esta cifra es posible por el programa Innovation Girls, que impulsaron dos jóvenes voluntarias que llegaron a la escuela y se propusieron atraer más niñas.